El camino hacia el liderazgo
Trabajamos para sobrevivir porque queremos realizarnos.
Nos movemos en modo aprendiz porque deseamos progresar.
No nos ponemos camisetas. Elegimos bien dónde trabajar.
Que las organizaciones sean entornos donde la motivación fluya.
Que el liderazgo sea un estilo de vida.
Promovemos el hábito del buen decir.
Abrazamos los proyectos con flexibilidad.
Respetamos la singularidad de las personas.
Nos sentimos capaces de generar cambios.
Mi mundo es el trabajo.
Me acuerdo que ya, de chica, quería saber a qué se dedicaba la gente.
Antes de terminar el Secundario ingresé a mi primer empleo de medio tiempo. Tuve la fortuna de cursar toda la carrera de Recursos Humanos trabajando en el área de capacitación.
Me recibí en la U.B.A y con los años me especialicé en desarrollo del talento. En 2007, fundé mi propia consultora.
Coordiné procesos masivos de formación de líderes de muchas organizaciones en distintas ciudades. Me siento feliz por la diversidad de realidades que he conocido desde entonces: corporaciones, empresas pyme, sindicatos, tercer sector y el Estado.
Y, hoy en día, me he expandido a Latinoamérica.
Amo profundamente mi trabajo.
Mis logros profesionales me llenan de orgullo, pero no me definen. No soy coach. No soy licenciada en Recursos Humanos. No soy consultora. A eso me dedico, pero si hablamos de mi ser… tan solo soy Susan, la mamá de Vera y de Gonzalo.
Y esa condición ontológica me transforma porque, gracias a ella, aprendo a amar sin condiciones.
Está bien. Lo reconozco: ¡tardo en contestar mensajes porque me paso todo el día conversando! Me aquieto al volver a casa donde vivo rodeada de árboles, libros y gatos.
El olorcito a comida casera que invita a entrar no es obra mía sino del chef del hogar.
Lo mío es cocinar palabras.